METODOLOGÍA
Metodología tradicional
Como podemos ver en nuestra biografía,
sigue imperando la concepción tradicional, en el que el aprendizaje se sigue
realizando por pura repetición, y que por tanto los contenidos escolares deben
ir graduándose de tal manera que cada año se incida sobre los mismos temas pero
tratándolos con una mayor amplitud. Como aparece en nuestra biografía:
“La forma de aprender y de estudiar era siempre igual
teórica y sin práctica, ni ningún tipo de enseñanza dinámica, todo a base de
memorización”.
Como dice Juan Delval (1990): “Esto
es lo que se sigue haciendo, apoyándose en la creencia implícita de que
entender es imposible, y lo único que puede conseguirse es memorizar una
enseñanza verbalista”. Ésta ha sido durante siglos la base de la actividad
escolar, y el único cambio que se ha producido es que la formación moral,
religiosa y nacionalista ha sido sustituida por otros contenidos más inspirados
por el desarrollo de las ciencias, pero sin que los métodos de enseñanza hayan
cambiado sustancialmente. Ese tipo de enseñanza tiene como objeto producir
respuestas automáticas y promover la sumisión, para lo que ha tenido un gran
éxito, aunque no está claro que actualmente logre los mismos
objetivos. ¿Por qué se rige aún por este tipo de enseñanza? Como
dice Juan Delval (1990): “Es que no se
dan cuenta que es una disparatada, una cantidad de contenidos difícilmente
asimilables, que ni la mayoría entiende”. Como aparece en nuestra
biografía:
“Teníamos una profesora por asignatura y la
disciplina y la autoridad era la norma”, “El método que usaban era el
tradicional, el profesor enseña, el alumno
aprende y luego un examen”.
Además la función del maestro
era exponer de manera progresiva sus
conocimientos, enfocándose de manera central en el aprendizaje del alumno; el
alumno es visto como una página en blanco, un mármol al que hay que modelar, un
vaso vacío o una alcancía que hay que llenar. El alumno es el centro de la
atención en la educación tradicional.
Dentro de esta concepción educativa se pueden distinguir dos enfoques
principales:
§ El primero es un enfoque enciclopédico, donde
el profesor es un especialista que domina la materia a la perfección; la
enseñanza es la transmisión del saber del maestro que se traduce en
conocimientos para el alumno. Se puede correr el peligro de que el maestro que
tiene los conocimientos no sepa enseñarlos.
§ El segundo enfoque es el comprensivo, donde
el profesor/a es un intelectual que comprende lógicamente la estructura de la
materia y la transmite de modo que los alumnos la lleguen a comprender como él
mismo.
Hay centros en los que se trata de combatir el enciclopedismo, y
profesores que procuran que sus alumnos entiendan lo que tienen que aprender,
pero no es la tendencia dominante. Incluso algunos educadores y fuerzas
sociales sostienen que el aumento de conocimiento en nuestra sociedad suscita
que los alumnos aprendan más cosas, ¿Esto realmente es cierto? Pienso que por
más conocimientos que adquiera un niño, no lo va a aprender y si lo aprende
será de memoria, que a la larga se le olvidará.
Otra de las cosas muy importante es exigir un nivel demasiado alto, ya que no
todos tienen el mismo nivel y necesitan un proceso de adaptación. Como aparece
en nuestra biografía: “cuando tenía 4 y 6
años era fundamental que supiera leer bien, sino decían que tendría algún
retraso, además de saber sumar, restar y memorizar las tablas de
multiplicar”. ¿Por qué el empeño de que todos lleguen al mismo estándar?
Desde primaria ya tienes que saber leer y escribir, pero… ¿si necesita
más tiempo?. El hecho de que requiera de más duración para leer o escribir, no
significa que sea un retrasado, ya que cada alumno tiene un proceso de
adaptación.
¿Qué consecuencias tiene?
Este tipo de metodología provoca que el niño no tenga ganas de aprender, está
desmotivado totalmente. La causa viene de la escuela,
¿Qué sucede? Allí el conocimiento es totalmente distinto, mientras lo
que se aprende fuera de la escuela se ve como algo aplicable, práctico, que le
sirve para la vida y es diversión más que trabajo, en la escuela todo lo que
aprende es sin sentimiento de esfuerzo y no se logra entender ni para qué
sirve. Es cierto que se considera poco valioso aprender fuera de la escuela
cuando realmente está aprendiendo mucho más.
Como dice Juan Delval
(1990): “La mayor parte del problema está
allí, ya que el conocimiento lo transmiten y se queda almacenado en algún sitio
y la función del alumno es incorporarlo de una manera pasiva”. Hay que
aprenderse las cosas de la escuela y es secundario entenderlas. Muchas de ellas
ni siquiera se pueden entender cuando se le enseñan al alumno. El conocimiento
está ligado a la autoridad. El que posee el conocimiento es el maestro, o el
libro de texto, que son depositarios de ese saber absoluto y exacto, que no
contienen errores. La función del alumno es tratar de reproducir lo más
fielmente posible lo que dice la autoridad, sin desviarse. Como aparece en
nuestra biografía:
“Una responsabilidad, disciplina, dejas de jugar, todo son libros en las
clases, ya no nos sentamos de la misma forma, las clases son más grandes, las
mesas y las sillas también, empiezan los deberes, hay que escribir mucho mas,
hay exámenes, diferente totalmente a lo que estaba acostumbrada, hay que
estudiar, hay que ser serio…”
La escuela transmite un desprecio por el auténtico conocimiento, por la labor
de creación y de producción que uno mismo puede realizar. No se estimula pensar
y reflexionar sobre las cosas, sino reproducir con exactitud; no se estimulan
la reflexión y la creación, la búsqueda de soluciones nuevas. ¿Los
profesores de qué se preocupan? frecuentemente están mucho más
preocupados por la formación de hábitos y rutinas que por entender lo que está
haciendo. Se supone que la comprensión es de vital importancia que se da por
añadidura. Hay muchas actividades que están dedicadas a la automatización, ya
se refleja como en un libro de primaria lo están usando. Así es normal que el
niño llegue a despreciar y a desconfiar todo lo que no tenga que ver con el
libro de texto o con la transmisión del maestro.
Otras de las causas por la que lo niños están desmotivados, es que no hay
separación entre la vida y la escuela. Todo lo que aprenden allí se queda allí,
los niños no le ven utilidad a lo que han aprendido, porque no ven una forma
dinámica e instructiva, siempre es la misma manera: explicación del docente,
realización de ejercicios en casa, corrección de los ejercicios, examen o
control y nueva explicación del docente. Como aparece en nuestra biografía: “Muchos exámenes, siempre me quedaba para
septiembre y a veces la llegaba hasta odiar”. No es extraño que con el
tiempo, el niño vaya perdiendo ese interés y curiosidad que tenía al principio,
y relacione la escuela con el pensamiento de…no tengo más remedio que
aceptarlo.
Tras largos años en instituciones escolares, los niños van para aprender,
poniendo notable empeño y solo consiguen asimilar una minúscula parte de cuanto
se les enseña. Ahí es cuando aparece una oposición entre el conocimiento
cotidiano y el escolar y nos planteamos si… ¿El conocimiento escolar puede ser
tan eficaz como el cotidiano o son totalmente contradictorios?, ¿En qué se
diferencian?, ¿Porque cuesta tanto aprender en la escuela?, ¿Por qué muchos
alumnos fracasan?, ¿Por qué se enseña actualmente un cúmulo de cosas si se sabe
que los alumnos no consiguen entenderlas y la olvidan tras pasar los
exámenes? Pero si resulta fácil la comprobación del escaso éxito de la escuela,
en cambio parece bastante difícil saber a qué se debe y, sobre todo, poner
remedio, ya que esto se fomenta desde hace años y años… y parece que la cosa no
cambia, al contrario ponen más conocimientos.
Metodología
significativa.
(Aprendizaje significativo)
En las biografías aparece el aprendizaje significativo, que está presente en
todo momento de nuestra vida, puesto que se basa en las experiencias y
conocimientos que se presentan en ella, ya sea por medios académicos,
personales o cotidianos en la vida diaria.
Sabemos en el aprendizaje significativo, el papel que juegan los conocimientos previos del estudiante en la
adquisición de nuevas afirmaciones. Estima que aprender significa comprender y
para ello es condición indispensable tener en cuenta lo que el estudiante ya
sabe sobre aquello que se quiere enseñar. Se propone la necesidad de diseñar
para la acción docente lo que llama organizadores previos, ¿A
qué llamamos organizadores previos? Una especie de puentes cognitivos, a partir
de ahí, los estudiantes pueden establecer relaciones significativas con los
nuevos contenidos. Como dice Pozo (1989): “Ausubel
pone el acento de su teoría en la organización del conocimiento en estructuras
y en las restructuraciones que se producen debido a la interacción entre esas estructuras
presentes en el sujeto y la nueva información” Se defiende
un modelo didáctico de transmisión- recepción significativa, que supere las
deficiencias del modelo tradicional, al tener en cuenta el punto de partida de
los estudiantes y la estructura y jerarquía de los conceptos. Este tipo de
aprendizaje si resulta enriquecedor, puesto que el alumno entiende los
conocimientos y puede aplicarlos en su vida cotidiana.
Es totalmente cierto que lo que se aprende significativamente permanece en la
estructura cognitiva como un contenido más diferenciado, elaborado y estable,
es decir no se borra, es para el alumno un desarrollo, enriquecimiento y tendrá
una evolución conceptual para su futuro progreso.
Además lo fundamental es conocer las ideas previas de los alumnos a raíz de la
técnica de mapas conceptuales, que permitan detectar las relaciones que los
estudiantes establecen entre los conceptos. El alumno debe hacer usos de los
significados que ya internalizó, para poder captar los significados de los
materiales educativos. Como dice Ausubel: “El
aprendiz construye su conocimiento, produce su conocimiento”.
¿Cuándo se vuelve significativo? Decimos que el aprendizaje se vuelve
significativo, cuando los contenidos se relacionan con lo que el alumno ya
sabe: Las ideas tienen una conexión directa con la estructura que ya
posee el alumno. Afirmo que dentro del proceso educativo, es necesario
considerar lo que el alumno ya conoce y sabe, de tal forma que logre establecer
relaciones con la información que desea aprender. También es necesario que el
alumno se interese por aprender lo que se le está enseñando, sino sería inútil.
El maestro debe presentar el material que contiene la información de
una forma lógica y jerárquica, siempre teniendo en cuenta que no debe tomarse sólo el contenido, sino la forma
en que se va a presentar a los alumnos; la motivación debe ser
fundamental para que el alumno logre interesarse por aprender, puesto que un
ambiente favorable y una buena relación maestro-alumno, contribuye a que el
proceso de aprendizaje resultará más sencillo y con muy buenos
resultados. Como aparece en nuestra biografía:
“El profesor
de religión nos hacia un juego, como un ahorcado, sopa de letras donde a veces
nos decía definiciones y nosotros teníamos que poner que palabra era o cosas
así, de este modo con el juego aprende mimos mucho más”.
“En 4º de EGB (Educación General Básica) tuve un
profesor que me marcó por la cantidad de actividades artísticas que hacía.
Entrar en su aula era introducirse en un espacio acogedor y creativo.
Iniciábamos el día con un paisaje pintado a tiza de diferentes colores. Nos
enseñaba canciones que él tocaba con la guitarra, hacíamos el Belén con arcilla
o plastilina y para la fiesta de fin de curso, diseñamos un tren con cajas de
cartón inmensas, a las que les hicimos las ventanas para poder colocarnos
dentro y correr por todo el patio”.
El aprendizaje es personal, porque la significación del aprendizaje depende de
los recursos cognitivos de los estudiantes.
La innovación…
En la educación de hace treinta años, los profesores estaban llenos de
entusiasmo, le daban una proyección realmente trascendente a la
educación hacia una transformación crítica del alumno, de la
comprensión del mundo y hacerlo, además absolutamente congruente con la
búsqueda de sueño, de la utopía social, del mundo mejor, del hombre nuevo. Era
un conjunto de cosas, de todo un mundo cambiante. Se venía de una serie de
cambios sucesivos. Como aparece en nuestra biografía: “ Mi época fue la de innovación y libertad, donde pedagogos,
maestros, profesores y todos los educadores en definitiva, vivieron con pasión
el cambio que ansiaban y pusieron en práctica ideas y valores antes
censurados”, pero esos cambios, hasta ese momento, habían sido
insuficientes. El reformismo, el desarrollismo de los años sesenta, habían
dejado insatisfecha a mucha gente. Por eso era una postura que se miraba con un
matiz revolucionario, en términos de cambios de estructuras, pero sobre todo
buscar una sociedad distinta, nueva, más humana, más profunda, más
educativa.
Los maestros son los principales protagonistas del cambio educativo, sin su
aportación no es posible. Ellos están detrás de los principales factores que lo
dinamizan. Son los actores de las prácticas
pedagógicas innovadoras, con sus experiencias y reflexiones, quienes propician
la aparición de nuevas teorías pedagógicas, el descubrimiento de nuevos modelos
y métodos pedagógicos y la concepción de nuevas políticas y reformas
educativas. La investigación pedagógica en principio, cumple tres
funciones: les facilita a los maestros fundamentos teóricos para introducir
cambios en sus prácticas pedagógicas y desarrollar las innovaciones; ayuda a la
toma de decisiones por parte de las autoridades y técnicos responsables
de las políticas y reformas educativas; y
permite sistematizar el saber acumulado por los maestros en sus experiencias y
reflexiones pedagógicas. La investigación se supone como el alimento
intelectual del que hacer educativo y pedagógico, sin sus aportes el cambio,
las reformas y las innovaciones carecerían de fundamentos teóricos y de
orientación conceptual.
En este siglo, la escuela como lugar de encuentro de conocimientos, y
consideramos al maestro como creador de nuevas formas de acompañar a los
estudiantes en sus procesos de interacción, apropiación, construcción y
producción de saberes. Como aparece en nuestra biografía:
“En la gran
mayoría de los de mi generación, han provocado que estudiáramos una carrera
creciendo libres”.
Cuando hablamos de
maestras y maestros o de profesoras y profesores que realizan innovación o
investigación estamos refiriéndonos justamente a aquellos que, sin dejar de
ejercer su oficio diariamente en las aulas y en las instituciones escolares de
educación inicial, básica o media, han asumido un papel reflexivo sobre su
propia práctica y sobre la de su institución, y se han comprometido a realizar
cambios significativos para ellos y para sus estudiantes, o a adelantar
procesos sistemáticos de estudio y análisis de las prácticas o de los mismos
cambios, con miras a producir un conocimiento que, rebasando las fronteras de
su propio trabajo, sirva para comprender diversos significados de la educación
o para alentar cambios en otros contextos. En este sentido, han asumido un
liderazgo intelectual que transforma la práctica y sirve para alimentar la
teoría de una disciplina que justamente tiene como criterios de validez del
conocimiento la contrastación con la vida y no solamente la explicación de los
fenómenos.
REFERENCIAS
DELVAL, J.
(2000): Aprender en
la vida y en la escuela. Morata.
Madrid.
(cap. nº 2, 3 y 6).
-
(1994): “Contenidos escolares: ¿cantidad o calidad?”. Cuadernos
de Pedagogía nº 225.
